Ximena Urtubia Odekerken
Magíster en Historia
Doctoranda en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina)
Muchas gracias a todas y todos por estar acá, acompañándonos en la presentación de nuestro dossier “Luis Emilio Recabarren y la izquierda socialista-comunista en Chile”, publicado en el último número de la revista Archivos (N°25, septiembre de 2024)[1]. Muy especialmente quiero agradecer al Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas, a Ariadna Ediciones, la revista Cuadernos de Historia de la Universidad de Chile y el Archivo Nacional de Chile por organizar esta actividad.
Esta es una ocasión especial. La aparición del dossier coincide con el centenario de la intempestiva muerte de Recabarren, acontecida el 19 de diciembre de 1924. Una ocasión que invita a revisitar su figura y, sobre todo, el sentido de su trayectoria en nuestra historia reciente. En las próximas semanas, veremos que Recabarren será motivo de diversas charlas, conversatorios y actos conmemorativos. Y seguramente, saltará la pregunta por su vigencia. Creo representar a todos al decir que esta actividad es parte de ese impulso, tanto político como historiográfico, que une el pasado y el presente. Sin embargo, creo también representar a todos al decir que esta actividad no busca hacer una apología de Recabarren, aun cuando ello no impida reconocer la importancia de su liderazgo en las corrientes políticas donde perteneció.
Llegado a este punto, creo que no está de más recordar que Luis Emilio Recabarren fue uno de los principales referentes y precursores del socialismo y del comunismo en el Chile de inicios del siglo XX. Una corriente, huelga decir, que fue una de las principales vanguardias políticas de la clase obrera organizada. Por supuesto, esto no significa que yo reivindique a Recabarren como “el maestro” o “el padre del movimiento obrero”. Si bien estoy de acuerdo que no hay que dejarse llevar por los títulos otorgados por la política, pienso que no se puede negar lo que han planteado numerosas investigaciones sobre su figura. La biografía de Recabarren es indisociable de la historia del movimiento obrero y, a su vez, la historia de esta izquierda socialista y comunista no puede terminar de entenderse sin Recabarren. ¿Podemos encontrar y rescatar otros liderazgos? Sí, pero también pienso que Recabarren es una figura difícil de eludir.
Además de decir que vivió entre 1876 y 1924, quiero detenerme en algunos aspectos de su biografía que son útiles para presentar el tema que aborda nuestro dossier:
En primer lugar, Recabarren fue un obrero tipógrafo que, sobre todo en el norte del país, se consagró como un importante dirigente político y social del movimiento obrero. Fue electo diputado en dos ocasiones, si bien su mandato solo fue ratificado para la elección de 1921. Por otro lado, tras su estancia en Argentina en 1918 llegó a ser secretario general de la sección antofagastina de la Federación Obrera de Chile (FOCH), es decir, en una de las centrales sindicales más importantes de la época. Ciertamente, este cargo fue de la mano con el avance de los socialistas en la FOCH, quienes a fines de 1919 lograron conquistar su dirección. Este hecho permitió a socialistas y, luego, comunistas consolidar su inserción en la clase obrera organizada.
En segundo lugar, Recabarren fue un intelectual obrero -como él mismo se identificaba- o un “obrero intelectualizado” según algunos estudiosos. En cualquier caso, se trata de un intelectual que escribe sobre los distintos aspectos de la emancipación obrera y, a su vez, está inmerso en esa militancia. En otras palabras, en su escritura hay una fuerte articulación entre teoría y praxis.
Finalmente, hasta julio de 1912 Recabarren militó en el Partido Democrático. En Iquique, lideró la ruptura por izquierda de ese partido, lo que dio origen al Partido Obrero Socialista (POS). 10 años después, en 1922, también fue uno de los principales precursores de la refundación del POS al Partido Comunista de Chile (PC) y la adscripción a la Tercera Internacional. Como se puede apreciar, Recabarren tuvo un rol clave en los orígenes de los primeros partidos marxistas en nuestro país.
Sin duda, Recabarren es una de las principales figuras de la izquierda chilena. Por lo mismo ha sido muy estudiado y, sobre sus vínculos con la corriente socialista-comunista, pareciera que poco queda de nuevo para decir. Sin embargo, si hay algo que ha traído la Nueva Historia Política en estos últimos años han sido nuevas preguntas y, con ello, más historias por contar. Este dossier es hijo de las innovaciones historiográficas que cruzan tanto la historia política y social de las izquierdas con la historia intelectual y cultural. Más específicamente, es hijo de enfoques preocupados por la recepción de ideas, por las movilidades transnacionales y por los procesos que relacionan tanto la patrimonialización con la memoria. Estas tres puntas son los tres artículos del dossier. Estamos hablando de tres investigaciones hasta hace poco inéditas y que vienen a aportar con aspectos poco explorados o desconocidos de la trayectoria de Recabarren (incluso post mortem).
Por supuesto, la unidad de sentido del dossier no solo radica en su principal protagonista. Si hay algo que atraviesa a los tres artículos, que es una suerte de música de fondo, es el particular origen del comunismo chileno. Sabemos que el paso del POS al PC no significó grandes quiebres ni transformaciones más significativas fuera del cambio del nombre. Por esta razón, y a propósito de la expresión “socialista-comunista”, en los estudios sobre el tema se advierte la continuidad de la cultura política socialista, es decir, la herencia del POS en el PC. Se trata de una anomalía si consideramos que, en general, los partidos comunistas nacieron como disidencias (por definición, minoritarias) de los partidos socialistas. Aquí pasó lo contrario: el POS se reconvirtió en el PC.
Esta peculiaridad ciertamente le dio trascendencia histórica a la experiencia que significó el POS. Y por supuesto, ello marcó la impronta del joven PC. Sergio Grez Toso abre el dossier, en ese sentido, abordando la evolución ideológica de Recabarren y nos muestra el carácter francamente heterodoxo de sus concepciones comunistas. Luego, en mi artículo examino las ideas de Recabarren sobre la politización obrera y, con ello, el origen de una estrategia sindical que pavimentó la inserción del POS y del PC en el movimiento obrero. Finalmente, Jorge Navarro López indaga en las primeras reacciones que provocó el suicidio de Recabarren y, sobre todo, en las representaciones y acciones conmemorativas que buscaron establecer la filiación comunista de su patrimonio político. Este hecho, que marca la primera consagración de Recabarren en el panteón del movimiento obrero, fue parte del desarrollo de una tradición partidaria que diferenció al PC de otros partidos comunistas. Una tradición que, es necesario recordar, en los 30 terminó por situarse en el centro del debate a la hora de alinear el PC con las directrices de la Tercera Internacional.
Quiero cerrar esta presentación con el sentido que hoy tiene leer esta compilación. Más allá de conocer cuestiones que no se sabían de su trayectoria y figura, ¿por qué volver a Recabarren? ¿Por qué revisitar a un Recabarren atravesado por la radicalización política de su corriente?, ¿por qué revisitar a un Recabarren marcado por los desafíos que significaron tanto el avance de la legislación laboral como el eco que estaba teniendo la prédica populista o de conciliación de clases entre los trabajadores?
Pienso que los artículos sintetizan una experiencia histórica valiosa frente a la necesidad de superar una realidad hoy signada por una nueva “cuestión social” neoliberal. Para Recabarren, tanto la lucha democrática como la llamada “batalla cultural” no podían ir separadas del objetivo por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las personas. En el fondo, para él estos tres objetivos estratégicos debían apuntar a fortalecer la autonomía de las y los trabajadores frente a las burguesías y oligarquías.
El significado de esta máxima es lo que todavía seguimos discutiendo: ¿Autonomía en tanto inserción e iniciativa política en la institucionalidad del Estado?, ¿autonomía respecto a los partidos políticos o las burocracias sindicales? Solo en el ámbito de la historiografía, podemos ver que estas posibles respuestas se han reflejado en algunos estudios que ven a Recabarren, por un lado, como un faro de lucha democrática y, por otro, como símbolo de una lucha populista ajena a los partidos políticos de izquierda. No quiero decir que el camino está trazado en la experiencia histórica que dan cuenta los artículos del dossier. Recordemos que la discusión que dan apunta más bien a un nicho académico y disciplinar. Igualmente, pienso que enfocarse en los últimos años de Recabarren, los más radicales, contribuyen a una perspectiva política de clase en la lucha material y cultural. Así los dejo cordialmente invitados a leer nuestro dossier.
[1] Link de acceso: https://www.archivosrevista.com.ar/numeros/index.php/archivos/issue/view/25