
Hugo Guzmán R.
En estos tiempos contemporáneos se aparecen vigentes y necesarias las pretéritas tesis de Luis Emilio Recabarren sobre la prensa originada y/o vinculada a ámbitos sindicales, sociales, populares o de fuerzas políticas transformadoras.
El punteo de síntesis sobre las ideas de Recabarren (fundador de varios periódicos de trabajadores, empezando por “El Despertar de los Trabajadores”) contempla la convicción de que el pueblo cuente con prensa propia que cumpla el objetivo de divulgar la doctrina transformadora, al tiempo de instruir y combatir la ignorancia y la desinformación.
Que existan medios de propiedad de orgánicas sociales y políticas del pueblo y esfuerzos de gestión y apoyo eficaz que ampare/desarrolle esa prensa popular.
“Los trabajadores necesitamos tener un diario y, más que un diario, necesitamos un gran diario y una gran organización de trabajadores que sostenga, que afirme y que haga progresar el diario”, afirmó Recabarren.
Subrayó que con un periódico de los de abajo “brillará mejor la luz de la verdad en tanto cerebro oscurecido por la ignorancia”.
En esa línea, interpeló a no quedarse en el entusiasmo por tener prensa popular, sino asumir su desarrollo. “No sirve el entusiasmo y la acción de un momento. Es necesaria la acción y el entusiasmo permanente”, sentenció.
Advirtió sobre “la indiferencia de muchos, la duda de otros, (y) la maldad de buen número”, en el camino del desarrollo y posicionamiento de la prensa del pueblo.
Desde el siglo XIX, al menos, gremios patronales, grandes empresarios y latifundistas, políticos conservadores, iniciaron la fundación de medios de prensa. En el siglo XXI, en Chile predominan/hegemonizan medios de empresas trasnacionales, de corporaciones privadas, de grupos financieros, que mantienen una explícita línea editorial conservadora, contra-transformadora, sistémica, y afín a esos sectores.
Es nítido que ello obedece, esencialmente, a que los grupos financieros, consorcios empresariales, poderes fácticos, orgánicas conservadoras, consideran necesario contar con medios de comunicación.
En esa línea, parece loable y eficaz mantener las tesis recabarrenistas en cuanto a que los sectores populares, organizaciones sindicales y sociales, orgánicas políticas transformadoras y de izquierda, bases comunitarias y territoriales, segmentos de la sociedad civil, el mundo académico y cultural, de los pueblos originarios, requieren y pueden contar con una prensa propia.
Ello tiene que ver con dos asuntos vitales a la hora de hablar de “libertad de prensa” o “libertad de expresión” que tanto se reclama. Cumplir con el derecho humano del derecho a la información, establecido por Naciones Unidas, y lograr un sistema medial diverso.
Las tesis de Recabarren, por cierto, no riñen con los avances tecnológicos ni la era digital en movimiento.
Es así que la prensa popular, social, comunitaria, transformadora, alternativa, debe dar cuenta de las distintas plataformas y distintos formatos que van surgiendo con el desarrollo tecnológico.
Mantener las tesis recabarrenistas no es quedarse pegado en formatos tradicionales -aunque se pueden mantener nichos, por ejemplo, para ediciones impresas y desarrollo de radios-, sino que sustentarlas como un ideario para el desarrollo contemporáneo de las técnicas de las comunicaciones y las nuevas plataformas de medios.
Otro asunto es que la prensa popular, como la empresarial/privada/monopólica, no es aséptica. No es “objetiva”. Está destinada a asumir los contenidos, idearios, propuestas, acciones, que surgen del movimiento social y sindical, de los diversos sectores de la sociedad civil, de las fuerzas transformadoras.
Debe tener un compromiso con la defensa de los derechos de las y los trabajadores, los derechos humanos, los derechos civiles de ciudadanas y ciudadanos, los derechos de los pueblos de Chile y de la diversidad, junto con la promoción de proyectos que apunten a la consagración de derechos sociales, la equidad económica, la soberanía y el desarrollo económico sostenible.
Hay que estar advertidos de que en la batalla ideológica, con difusión de tesis posmodernistas, conservadoras, convencionales, liberales retardatarias, se busca tachar de anticuados los planteamientos de Recabarren, se pretende desviar el carácter final de la prensa como expresión de sectores de la sociedad (el sentido de clase social en la prensa) y se quiere desechar/desacreditar a la prensa popular enfatizando en una supuesta prensa hegemónica “objetiva” y “neutral”, demonizando a los medios populares, sociales, sindicales, universitarios, políticos y públicos.
Hoy la labor es asimilar conceptos y prácticas recabarrenista (porque Recabarren no sólo escribió sobre prensa obrera y popular, sino que trabajó por su desarrollo) para impulsar con convicción la prensa popular, alternativa y contrahegemónica, y asegurar un sistema de medios diverso y amplio que garantice un real acceso a la información sin hegemonismos ni contenidos uniformados y unidireccionales.