Marco Álvarez
U. de Chile
100 años han transitado desde la partida de Luis Emilio Recabarren, considerado de forma unánime el sembrador del socialismo y comunismo chileno. Sin embargo, a la hora de hablar de su marxismo, existe una doble condición: se reduce su apuesta marxista al carácter de insuficiente y, a su vez, son escasos los trabajos que versan sobre esta dimensión. En la literatura que versa sobre el marxismo latinoamericano, su figura se ve opacada por la del peruano José Carlos Mariátegui, quien es considerado el “primer marxista de América”. Si tomamos las ideas-fuerzas que se le otorgan al mismo Mariátegui en virtud de esta primacía, un pensamiento heterodoxo –comportamiento abierto ante otras concepciones– y un compromiso por el entendimiento de la especificidad de la realidad nacional-continental, podemos esbozar dos hipótesis respecto al itinerario político-intelectual de Recabarren.
Hipótesis 1: El pensamiento de Recabarren se nutrió de variadas concepciones político-ideológicas constitutivas de su marxismo. Esta apertura, durante un siglo, ha sido pretexto para establecer lo limitado de su concepción marxista. Tal limitante ha sido justificada por el predominio de una lectura ortodoxa del marxismo, ensimismado, entendiéndose este como cúmulo de dogmas a repetir y formular a aplicar. La fisionomía del marxismo latinoamericano se construyó en oposición a esta visión de mundo. El mismo Recabarren se preguntó “¿En qué escuela milito?”, exclamado, “¡Soy socialista revolucionario!”, no haciendo diferencias entre la finalidad de los socialistas, demócratas y anarquistas. Si bien esta referencia se encuentra situada en su itinerario, marcándose cierta tendencia en su evolución político-intelectual, hasta el último de sus días no se desarropó de este comportamiento abierto.
Hipótesis 2: La praxis de Recabarren se desplegó bajo el presupuesto de comprender que la realidad chilena y latinoamericana revierten una particularidad que dista del condicionamiento de otras latitudes. Por ejemplo, en Ricos y pobres (1910), conferencia/texto destinado interpretar la realidad nacional y desmitificarla de la visión anclada en el falso progreso, nos dirá que “es el resultado de reflexiones y de observaciones hechas durante cerca de un cuarto de siglo en medio de una vida llena de miserias y mirando en todos sus contornos miserias de todas clases”. Recabarren, tuvo clara comprensión de la especificidad del país y del continente, lo que puede explicar –tomando en cuenta su condición letrada y cosmopolita– la distancia que tuvo en apropiarse de moldes universales.
A modo de conclusión: es cierto que Recabarren citó escasamente a “Carlos March” –así escribió su nombre– y que en su discursividad no se caracterizó por mencionar el marxismo. Existe una premisa marxista, anclada por Marx, que dice que a los hombres no se les puede valorar por lo que dicen de si mismo, sino por lo que realmente expresan en la práctica. La praxis revolucionaria de Recabarren se caracterizó por un cuestionamiento radical al modelo capitalista y todas las formas de opresión, interpretar la realidad bajo el prisma de la lucha de clases, transformar la sociedad a través de las diferentes “armas para hacer la revolución” y trazar un horizonte utópico emancipatorio en vías del socialismo/comunismo. Intuitiva y/o conscientemente comprendió el marxismo como un método para criticar, interpretar, transformar y prefigurar la realidad. ¿Es Recabarren un pionero del marxismo latinoamericano? A un siglo de su partida, y a la luz de nuevas interpretaciones respecto de la historicidad y entendimiento del marxismo, por supuesto que sí.