Benjamín Infante
Consejero Regional de Aysén
Profesor de Historia y Magíster en Sociología
Una persona comunista del siglo XXI debe tener en cuenta ciertos riesgos al momento de acercarse a la obra del “padre” del comunismo chileno:
- Considerarlo como personaje histórico propiedad única del Partido Comunista de Chile cuando en realidad es un pensador del cambio histórico de la realidad chilena con orientación socialista, por lo que ha sido, y seguirá siendo un símbolo transversal de la lucha emancipatoria en nuestra tierra.
- Desde una perspectiva materialista, sería un error pensar que su planteamiento es esencial y pertinente a los desafíos de este tiempo. Asumir con verdad y justicia el planteamiento de Recabarren demanda asumir su historicidad e Hay que revisar su obra, construida en el Chile preindustrial, a la sociedad contemporánea, dónde el Estado asocial de principios del siglo XX ha evolucionado con grandes desafíos para regular un capital global y de economía de plataforma.
- Por otro lado, corremos el riesgo de asumir que su “aporte fundacional” ya pasó, y que lo nuestro es simplemente gestionar su herencia. En otras palabras, no basta con memorizar sus lecciones para rep Aprenderlas realmente significa actualizar, por ejemplo, sus esfuerzos descomunales para elevar culturalmente al pueblo a través del periódico impreso “La Voz del Pueblo”, a soportes materiales diversos como cartas de noticias difundidas por correo electrónico, podcast u otras formas.
El comunismo del siglo XXI no puede ser propietario, esencialista, ni anacrónico respecto a la figura de Recabarren. Al contrario, lo debe leer con pensamiento crítico para extraer de él lo que nos sirva para transformar el presente con orientación socialista. En esta columna valoramos los siguientes aprendizajes:
- Su materialismo histórico lo lleva a posicionar el cambio histórico como la transformación del modo de producción, es decir en cómo se produce lo que existe materialmente.
- Su planteamiento de lucha consistente en una alianza amplia de los sectores populares chilenos con un rol protagónico de la clase obrera organizada, para la superación de las estructuras capitalistas chilenas.
- Y su propuesta de construir hoy, sin esperar más, los embriones de la sociedad socialista que reemplazará a la capitalista. Como se decía en el POS: “cada militante: una cooperativa, una célula y un sindicato”.
Estos tres elementos, diagnosticar materialmente la lucha concreta, construir con claridad una posición de lucha y, por último, prefigurar en el desarrollo de la estrategia las formas económicas que van a reemplazar la vieja sociedad, son elementos que deben ser connaturales del comunismo chileno del siglo XXI. En Occidente está primando una izquierda cultural que presta preferente atención a los problemas de la conciencia, y el proletariado, huérfano de liderazgo, ha optado por la rebeldía de la ultraderecha. En ese contexto, las letras de Recabarren que llaman a luchar por el comunismo hoy, a través de la economía cooperativa y de la política municipalista, tienen tremenda vigencia ya que nos recuerdan que afectar nuestras relaciones sociales es ante todo un desafío económico que repercute en la estructura de la sociedad.
“Cuando los pobres, contribuyendo cada uno como pueda, formemos sociedades cooperativas para artículos de consumo y para las industrias, habremos resuelto el problema que causa nuestra miseria. Las sociedades mancomunales pueden hoy día emprender con facilidad estas empresas. Demos algunas ideas. Supongamos que 500 trabajadores se comprometen a dar 10 pesos cada uno a razón de 2 pesos mensuales, en 5 meses se juntarían cinco mil pesos, cantidad prudente para establecer un almacén.”
- Luis Emilio Recabarren, 20 de agosto de 1904.
A más de 120 años de este texto, ¿En cuántos almacenes de consumo participan compañeros del Partido hoy? ¿Qué estamos haciendo para reorganizar el consumo y la producción?
En definitiva, de Recabarren debemos rescatar la noción materialista e histórica que originalmente animó la lucha comunista, la que nos lleva a la evidencia de que, para realizar las transformaciones estructurales que Chile necesita, debemos tener una estrategia que incluya a la clase obrera organizada en el desafío o que la organice allí donde aún no está organizada.