Olimpia Riveros
Concejala
Municipalidad de Concepción
Mi padre fue un obrero de la industria tabacalera. Mi madre también lo había sido. De hecho allí se conocieron. Cuando exhausto de la larga jornada mi viejo llegaba regañando porque el hijito del gerente había estado a sus espaldas todo el día preguntando de manos en bolsillo porqué se hacía esto o lo otro, nosotros, sus cuatro hijos, no entendíamos mucho.
En las tardes de domingo, escasas para compartir, nuestro viejo se desahogaba diciendo cosas raras “el que no trabaja no come”, “la explotación del hombre por el hombre”, “necesitamos un sindicato”.
Crecí en la población obrera. Un día me invitaron a un grupo cultural que tenía un programa radial. Escuché por primera vez el nombre de Recabarren y empecé a comprender lo que mi padre malamente quería decir.
Luego busqué leer, informarme. Me hacía sentido. Crecí. Milité. Y Recabarren me iluminó desde la distancia temporal sobre la lucha de clases. También sobre la prensa obrera, la necesidad de la organización proletaria, el teatro, el feminismo, la lucha contra el alcoholismo, etc. Pero por sobre todo LA LUCHA DE CLASES.
A cien años de su partida rebusco algunos textos y me aparece este que comparto como un fragmento de tantos que se podrían rescatar:
“Hay cosas en la vida imposibles de negar o de esconder. El sol alumbra y da vida a todos. Esto no se puede negar ni poner en duda. Así también hay dos clases sociales de seres humanos como sigue: una clase enriquecida a costa del trabajo ajeno y que tiene el gobierno en su poder. La otra clase es la pobre, la que trabaja y sufre los atropellos de los patrones y gobernantes.
La clase enriquecida es poco numerosa .La clase pobre es MUY NUMEROSA, porque la componen los obreros, los empleados, y pequeños industriales y comerciantes y profesionales .Estas dos clases existen y no se puede negar su existencia. Estas dos clases luchan brutalmente entre sí una en contra de la otra, algunas veces hasta sin darse cuenta…..”
Cómo están vigentes sus palabras. Sólo que en el correr de los años esta verdad que no se puede negar se ha desdibujado en una sociedad en que los pobres endeudados creen haber dejado de ser pobres y explotados.
Solo que con el correr de los años los poderosos dominan por los medios de comunicación construyendo una falsa conciencia y el pobre trabajador endeudado cree solucionar su vida y la de los suyos trabajando más y más en solitario porque se ha desvalorizado a la organización y su principio básico de solidaridad de clase.
Cómo nos hace falta tu palabra ardiente y serena a la vez, denunciante y constructora. Como hace falta la prensa obrera para contrarrestar a la prensa rica que siempre va a defender los intereses de su clase.
A cien años de su muerte Luis Emilio Recabarren nos sigue hablando con claridad rotunda de verdades que no se pueden negar.