Columnas

El 5 de junio de 1925, la Matanza de La Coruña. Pedro López Fabri

No sabía cómo empezar, esto de las conmemoraciones de fechas históricas, que tradicionalmente son militares, combate naval de Iquique el 21 de mayo, el día de la infantería el 7 de junio, día del reservista el 5 de septiembre, 19 de septiembre día de las glorias del ejército.

Y me preguntaba ¿A propósito de las conmemoraciones a los trabajadores chilenos? Y encontré este párrafo:

 

“Cada mayo se recuerda el Día del Trabajador en Latinoamérica, recordando la condena a muerte de 5 trabajadores por parte de las autoridades que en Chicago el año 1886 protestaban para que se rebajara la jornada laboral diaria de 12 a 16 horas a sólo 8.”

Y el autor continua, “En Chile también se han cometido abusos por parte del Estado para dar término a huelgas y protestas que abogaban por una mejora en las condiciones de trabajo.”

Y termina refiriéndose a la “masacre (por la cantidad de muertos), una acción efectuada en contra de la reivindicación laboral que los trabajadores de la oficina salitrera La Coruña realizaron en 1925 que ha permanecido al margen del recuerdo colectivo.”

“En ella murieron cerca de 2000 personas entre trabajadores y sus respectivas familias a manos de contingente militar quienes repelieron a los atrincherados trabajadores con fuego de artillería y metralla”.

 

Era Presidente de Chile, Arturo Alessandri y el Ministro de Guerra, el coronel Carlos Ibáñez.

El historiador Iván Ljubetic Varga escribe: “El 5 de junio de 1925 el ejército, con ferocidad, bombardeó la oficina de La Coruña con artillería y utilizó ametralladoras contra los trabajadores. Los resultados fueron sangrientos. Pero era sólo el comienzo. Durante 60 días y sus noches prosiguieron las matanzas. Miles de pampinos fueron encerrados en el Velódromo de Cavancha y en el crucero O’Higgins, surto en la bahía. En las noches eran sacados hacia los cerros, obligados a cavar su propia tumba y muertos con tiro de fusil o a culatazos.”

Ricardo Donoso en su libro “Alessandri, agitador y demoledor”, escribe: “el jefe de la división el general Florentino de la Guarda, quien no se hizo repetir la orden de reprimir la rebelión de la masa obrera sin piedad alguna. Fueron declaradas en estado de sitio las provincias de Tarapacá y Antofagasta, y desde Iquique se movilizaron fuerzas de infantería y artillería, que bombardearon las oficinas Pontevedra y Coruña y sostuvieron con los obreros un verdadero combate campal, en el que quedaron centenares de muertos y heridos. “(Tomo 1, página 408)

Donoso, nos dice también, que la prensa no informo nada sobre la masacre y escribe, que “Ibáñez felicitó al general y a sus tropas por el restablecimiento del orden público”, mientras Alessandri agradeció «los dolorosos esfuerzos y sacrificios patrióticamente gastados para restaurar el orden público y para defender la propiedad y la vida injustamente atacadas por instigaciones de espíritus extraviados o perversos…”

Como vemos, es el mismo lenguaje que nuestra generación también conoció, para justificar el golpe de estado del 11 de septiembre, “restablecimiento del orden público”, “defender la propiedad”, “instigaciones de espíritus extraviados o perversos”

“¿Cuántos obreros murieron? Como lo señala el historiador Gonzalo Vial, es “… imposible establecerlo. La prensa popular habló de 2.000 (…) el general de la Guarda, de 59”; Peter DeShazo, en su libro “Trabajadores Urbanos y Sindicatos en Chile 1902-1927 escribe que “… los diplomáticos británicos estimaron que entre 600 a 800 trabajadores fueron muertos en la masacre, mientras que el ejército no sufrió bajas”.

“Carlos Vicuña, autor del libro “La Tiranía en Chile” escribió: “Todas las voces hacían subir de mil los hombres muertos. Algunos me aseguraron que llegaban a mil novecientos”.

Ricardo Donoso habló de “pavorosa matanza” de “centenares de muertos y heridos”. Julio César Jobet sostiene que “… los que estuvieron en aquella zona y conocieron las peripecias de este drama, afirman que fueron masacrados 1.900 obreros; pero otros testigos oculares estiman en más de 3.000 el número de víctimas”.

Luis Corvalán sostuvo que “… en ella murieron más de 2.000 personas”. Brian Loveman y Alejandro Chelén los cifran en “… más de 1.200 trabajadores”. Simon Collier y William F. Sater, en su libro Historia de Chile 1808-2017 hablan de una “salvaje masacre” de “centenares” de obreros salitreros.”

“En cualquier caso, es seguro que constituye, por poco, la segunda peor masacre…del siglo XX chileno luego de la [matanza de la escuela] Santa María de Iquique;…”

Me he apoyado en el libro “La Historia desconocida de Chile” de Felipe Portales y en otros artículos para realizar el macabro trabajo de citar el número de trabajadores asesinados, pero debemos tener presente que bajo el fuego de artillería, metralla y fusilería, fueron asesinados también mujeres y niños.

Gonzalo Vial, historiador conservador y nacionalistas, autor del Libro Blanco, en que se denunciaba el ficticio “Plan Z”, utilizado para justificar el golpe de estado, un cómplice de la dictadura, escribe a propósito de la matanza de La Coruña , en su libro Historia de Chile (1891-1973):

“sobrevino luego (de los bombardeos) una severísima represión, que dio origen –incluso- a un término siniestro, el ‘palomeo’, dispararle a un trabajador lejano, cuya cotona blanca y salto convulsivo –cuando era alcanzado por el tiro- le daban el aspecto de una paloma en vuelo” (Historia de Chile (1891-1973); Volumen III, Edit. Zig Zag, 1996; p. 248).

Andrés Sabella, en su libro “Norte Grande”, describe la matanza de la Coruña, de la siguiente manera:

[…] fingía una enorme casa de perlas negras. Y en su derredor, el lápiz de la muerte dibujaba las circulares de la venganza: en la Oficina ‘Marousia’ morían los obreros, protegiendo las puertas del local de la Federación Obrera de Chile; la muerte vaciaba miles de litros de sangre humana (Sabella, editorial Orbe 1959, página. 141).

Muchas de las masacres han quedado en el olvido, son ocultadas, no se encuentran en los programas de estudios y en la educación escolar. El gobierno Popular de Salvador Allende hizo un serio trabajo de educación y de recuperación de la MEMORIA, recordemos la publicación en 1972, del libro “Las Grandes Masacres” de nuestro recordado Patricio Manns, con un tiraje de 50 mil ejemplares por la editorial Quimantu.

Últimamente el escritor Baradit en su libro “Historia Secreta 3”, en el capítulo “Chile, cementerios de obreros”, nos narra a su manera los que fue la masacre de la Coruña y escribe: “No hubo juicios, no hubo culpables” por las miles de muertes.

Las conmemoraciones que conciernen los trabajadores, el mundo obrero, se centran en artículos en algunos diarios, pero no pasan en los noticiarios de la televisión como los desfiles militares.

Terminare Citando a Francisco Pezoa y su “Canto a la Pampa”:

«Baldón eterno para las fieras

masacradoras sin compasión:

queden manchadas con sangre obrera

como un estigma de maldición»

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