Columnas

“Segunda transición. La Amenaza de la Derecha“.

De Claudio Rodríguez: 

Claudio Rodríguez. Secretario Ejecutivo ICAL. El 1 de junio de 2018Sebastián Piñera daba su mensaje presidencial al Congreso pleno. Como todo primer discurso, se esperaba la hoja de ruta que fijara las aspiraciones de su nuevo mandato. En dicha ocasión, invitaba al país a dejar atrás un período de retroceso, referido a las reformas realizadas por la ex Nueva Mayoría, para dar paso a lo que denominó “Segunda Transición” para el logro del desarrollo del país.

 

Para ello invitó a revivir la “política de los consensos”. Un explícito guiño a sectores de la ex Concertación que, otrora, había posibilitado -exclusión política y democracia protegida de por medio- avances relevantes como: disminución de la pobreza, crecimiento económico sostenido -aumento de la desigualdad mediante- y una estabilidad política -con justicia “en la medida de lo posible”- que la derecha extrañaba una vez concluida la transición.

La derecha amenazada

Desde una perspectiva histórica, el gobierno de la Nueva Mayoría (NM) representó el esfuerzo político con mayor sentido transformador desde la UP (Unidad Popular). Junto al término de la Concertación, irrumpía un acuerdo programático que ponía en el centro los derechos sociales, enfrentar la desigualdad, buscar la profundización democrática del sistema político, así como elaborar una Nueva Constitución, construida en democracia.

Ello, junto al rol cada vez más incidente y polifacético de los movimientos sociales, así como la irrupción de nuevos actores políticos, como el Frente Amplio (FA), configuraban un nuevo cuadro en que la denominada “Política de los Consensos” parecía dar paso a marcos de deliberación más participativos y representativos.

La derecha vio una amenaza a la construcción hegemónica neoliberal consolidada una vez concluida la dictadura, manteniendo al menos cuatro pilares fundantes de su dominio: el sistema económico; el Estado Subsidiario; la continuidad de la Constitución de 1980, y un sistema electoral y de representación política que aseguraba los equilibrios que la política de acuerdos requería.

Por ello, el ataque a las reformas que, junto a las limitaciones y errores del gobierno de Michelle Bachelet, la falta de unidad política de los partidos de la coalición, así como la complicidad y parcialidad de los medios de comunicación y el Tribunal Constitucional (TC), lograron afectar su impacto.

La estrategia política de la derecha

El gobierno de SP se puso como objetivo recuperar el dominio político, cultural y social en la sociedad chilena. Por ello no habla de alternancia en el poder, como alguna vez lo hizo, sino de cómo generar condiciones para un segundo y tercer gobierno de Chile Vamos. De esta forma, impulsa un proceso orientado a la restauración neoliberal, amenazada en la última década por una ciudadanía y movimiento social más crítico.

Para tal efecto, se dotó de una propuesta programática que tiene expresión al menos en dos dimensiones. Por un lado, la promesa de crecimiento económico y empleo, que solo ellos serían capaces de dar, en tanto asocian el avance de derechos sociales como factor de estancamiento económico. Compromiso que luego de un año está en serio cuestionamiento, con el cierre de distintas empresas que afecta el imaginario de éxito planteado, altas tasas de desempleo-llegando inclusive por primera vez sobre los 7 puntos- así como una proyección de crecimiento que, en el mejor de los casos alcanzaría el 3.5%, lejos del repunte que esperaban y que, tal como está el escenario, probablemente suscribirían de antemano, ante el escuálido 1.6% arrojado el primer semestre 2019 por el Banco Central.

Junto a ello, una segunda dimensión apunta a desarrollar un conjunto de contrarreformas que permitan consolidar la lógica subsidiaria del Estado y generar condiciones para la reproducción del capital. Asistimos inicialmente a la generación de espacios de diálogo controlado que le permitieran avanzar en 5 ejes de su programa, con un fuerte impulso social, tratando de dar un enfoque propio a los derechos sociales. Así, creó 5 comisiones de trabajo promoviendo acuerdos al margen de la deliberación parlamentaria. En este acto ya se daba cuenta del elemento central de la estrategia: dividir a la oposición. Sectores de la ex concertación como del FA facilitaron inicialmente esta tarea.

En paralelo, a través de interpretaciones intentaba trabar el funcionamiento de la Reforma Tributaria, así como el ejercicio del derecho de las mujeres, en el caso de las 3 causales de aborto. A la vez, promovió dictámenes que buscaban desvirtuar lo avanzado por la Reforma Laboral. Como se lee, todo un real obstruccionismo en despliegue.

El neoconsenso neoliberal y el desafío dearticulación de las oposiciones

La estrategia del gobierno, tras su primer año, se ha ido abriendo paso -complicidad de la diáspora de oposición mediante- generando un cuadro favorable para su accionar.

Ya iniciado el segundo año se pone en juego el corazón de su programa de gobierno. Presenta el proyecto de contrarreforma tributaria, de carácter regresivo y apoyado por sectores de la ex Concertación, y también Admisión Justa, intentando afectar la igualdad de oportunidades de niños y niñas. También los proyectos de “modernización laboral”, pensiones y salud. Claves, en tanto el espacio de deliberación política ya no es el de comisiones, debiendo generar mayorías para su aprobación. Claves, pues es parte de los dispositivos hegemónicos instaurados en dictadura y que, basado en el discurso de la meritocracia y la libertad de elección, buscan proyectar el dominio neoliberal y cimentar bases para una hegemonía a largo plazo.

Para ello, ha buscado afianzar lo que denominaremos el “neoconsenso”, que no es otra cosa que un acuerdo con los sectores de la ex Concertación más proclives a las políticas neoliberales. Se busca reditar acuerdos que hoy se dan en otro contexto, en tanto sectores progresistas de la entonces Concertación vieron claudicar posiciones en un período en que la presencia de la dictadura aún era palpable. No obstante, dos décadas después, la posibilidad de una regresión democrática ya no es justificación para el logro de acuerdos que apuntan a consolidar los intereses de los grupos de poder económico.Hoy, más bien desnudan posiciones de actores que fueron capturados por las lógicas neoliberales. Ello da cuenta de una gran diversidad en el arco de la oposición actual que, junto a la mayor pluralidad que hoy tiene el parlamento, plantea un escenario donde la unidad de los distintos actores es una compleja tarea.

La oposición se presenta como un conjunto de identidades con gran diversidad ideológica, que muchas veces entran en franca tensión o contradicción. La reciente votación en materia tributaria y pensiones marca un nuevo escenario. Se busca consolidar la idea de “oposiciones”, sobre la de la amplia unidad de la oposición. En este cuadro, la cercanía de la Democracia Cristiana, el Partido Radical y otros sectores a algunas políticas del gobierno, así como la apuesta de búsqueda y/o reafirmación identitaria y política del FA, dan cuenta que la construcción de una alternativa a la derecha será un arduo devenir. Esta dispersión ha dado pie a nuevas alianzas como la reciente Unidad para el Cambio, reflejo de apuestas necesarias para un período en que prevalece el camino propio.

En este escenario, lo programático cobra relevancia. Los acuerdos parciales logrados en la discusión de la contrarreforma tributaria, como la de pensiones, indican que hay espacios de articulación por desarrollar. La izquierda tiene un enorme desafío por delante: construir sin perder identidad, con el horizonte de proponer un nuevo modelo de desarrollo al país.

Es tiempo de diálogos, búsqueda de sentidos y acuerdos que contribuyan a generar propuestas con anclaje en el movimiento social para una alternativa popular. Se deben promover desde ya estos espacios. Lo que está en juego es la segunda transición. La derecha lo sabe y genera sus movimientos para lograr un nuevo acuerdo que permita mantener la hegemonía que construyó en dictadura. Esta nueva transición buscará profundizar divisiones y alianzas espurias con sectores más cercanos. Sedeben generar espacios unitarios para que las oposiciones no sean funcionales al predominio neoliberal.

 

 

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